Reseña
“Argentina” es una palabra que deriva del latín argentum que se traduce como plata.
Esta relación tan estrecha de nuestro país con el metal no es casualidad. Los indios Pampa adornaban a sus esposas con pulseras de liglien (plata, en araucano). En las zonas alto peruanas y en las ciudades de Cuzco y Potosí, se trasladaban los objetos para la eucaristía (cáliz y patena) en carrozas revestidas en plata. La mayor parte de los primeros plateros para decoración de la liturgia y de altares, a fines del siglo XVII, fueron españoles y portugueses, atraídos por la construcción de templos.

En épocas de la colonia, las familias de la alta sociedad utilizaban mates, bandejas, cubiertos, platos y otras piezas realizadas en plata. Y el paisanaje identificaba el espíritu criollo en los aperos para el caballo, fusta, espuelas, facón y otros accesorios, realizados en plata cincelada. Las riendas se hicieron enteramente de mallas de finísimos hilos de plata, imitando los más finos trenzados de tiento de potrillo. También así se hicieron las cabezadas, bozalejos, fiadores, pretales y hasta cabestro y baticolas.

Es así que la platería tradicional criolla es uno de los categóricos emblemas de la sociedad argentina y hoy en día constituyen aquellas piezas la valiosa platería antigua.